Zapatos de tacón y gabardina roja (Mi encuentro con Samperio)

Por Consuelo Sáenz




El Encuentro de Escritores de Ciudad Juárez en su segunda edición del 30 de agosto al 2 de septiembre de 2012 se vistió de gala con la  participación del escritor Guillermo Samperio (,) considerado uno de los más grandes exponentes vivos de la narrativa mexicana. Samperio auxilió durante las actividades  diseñadas por el comité organizador  destacando, no sólo por su indiscutible aportación al ámbito literario, sino por su sentido de solidaridad y entusiasmo. Compartir unos minutos con él,  es la revelación de estar  frente a un escritor consagrado.  Fuimos presentados por un amigo en común al término de la presentación del libro “Sueño de escarabajo” un día antes de la clausura. Le comenté cuánto me había gustado el libro y le solicité una entrevista. Él accedió,  a condición  que fuera al día siguiente,  unas horas antes de partir a la Ciudad de México, el domingo 2 de septiembre.
Silencioso y amable, departe  manteniendo su distancia. Samperio, también conocido por sus controversiales opiniones y publicaciones acerca de   personalidades de cualquier  medio u oficio, dice las cosas como las piensa y siente; con gran elocuencia y lucidez.  Posee la  trayectoria y  honestidad  necesaria para sentar las bases sobre cualquier tema,  atributos que lo hacen aún más admirable.  

Maestro, fueron cuatro días intensos ¿qué le pareció la dinámica del Encuentro?  ¿Qué le hizo falta? ¿Cómo puede mejorar año con año?

El Encuentro cobró una forma en extremo dinámica, debido a sus múltiples actividades, que iban desde leer poesía en los autobuses de pasajeros citadinos hasta el formato tradicional de mesas redondas o lecturas a jóvenes y niños, tomando en cuenta la magna comunicación a diversos países del mundo con el fin de darle presencia a la cultura juarense y a la presencia de diversos escritores nacionales e internacionales. Vale reconocer que el Encuentro abarcó, además de la promoción de la lectura en autobuses urbanos, también directamente a los niños con los cuales me sentí muy contento en participar, así como en el taller literario que impartí, además de otras actividades de mi satisfacción.
Creo que sería bueno que el Encuentro contara con mayor número de monitores o promotores culturales con el fin de atender debidamente a todos los participantes y no cargarles la mano a un puñado de activistas, ya que esto puede generar problemáticas que pueden llegar hasta enfrentar a la policía, como fue el caso de Elman Trevizo y el mío propio, ambos habitantes del D.F. Sin embargo, por parte de los organizadores del magno encuentro recibí un excelente trato y una atención especial, como  Antonio Flores lo cual les agradezco desde esta tierra donde ya somos más de 20 millones.

En la tarde de una esquina lluviosa, sobre las húmedas láminas de metal del pavimento, el tragafuego escupe una bola de lumbre que seca de pronto una esfera del crepúsculo.


Sabemos de Guillermo Samperio que su padre es el músico William Samperio, miembro del Trío Tamaulipeco de los Hermanos Samperio. Que usted nació en la Ciudad de México un 22 de octubre de 1948 (límite entre el signo libra y escorpión: la justicia y los extremos). Que es afecto a los tatuajes, va por la vida con un aire subversivo y sin prejuicios. Que sus influencias literarias han sido Homero, Shakespeare, Faulkner, Borges, Roberto Arlt, Rulfo, Cortázar, Arreola, además de multiplicidad  de poetas del mundo. Leemos sus ensayos y agradecimiento a “La gitanita” (mujer a la que alguna vez, discreto, observó bañarse en algún paisaje de su infancia), a “La mujer mamazota”  (la secretaria en la cual está inspirado el cuento “Oh, aquella mujer”). La mujer extraña que lo “erotizó” con su pie, al que le colgaba el zapato de tacón mostrando un bello talón, aprovechando con su mirada el tiempo que duró su viaje en el metro.  La figura femenina ronda su espacio y su literatura ¿Cómo reconoce usted, cuando una mujer  es digna de aparecer entre sus personajes? ¿Qué cualidades la revisten?

Para mí son encuentros casuales con el sexo opuesto, en los que veo posibilidades poéticas o narrativas, ya que me tocó ser hombre y no pocos escritores les dedicamos a ellas desde poemas hasta novelas… recuerdo en este momento la novela Rayuela, del maestro Julio Cortázar, que está ofrendada a la personaje La Maga quien, en la vida real llevó el nombre de Ugné Karvelis, de origen lituano, y así podríamos recordar a mujeres que han inspirado grandes obras (extraño sería que los hombres sólo escribieran de hombres; ello queda al tercer sexo). Vale recordar al gran Garcilaso de la Vega, fino y muy atinado cultivador del soneto, quien influiría con potencia en el Siglo de Oro de España, poeta que tuvo relaciones directas con  diversas damas como es el caso de Guiomar, Beatriz, Isabel, Elena de Zúñiga, doña Leonor de Austria, Elvira y Catalina Sanseverino, entre otras. No cito más amoríos de otros escritores, como los de Adolfo Bioy Casares, porque completaríamos una enciclopedia del amor lateral.
No tengo preferencias especiales respecto de las mujeres para que viajen en mi narrativa como tampoco con los varones; tengo personajes hombres (el hombre del penumbra, el de la llaves, el que se suicida en un hotel, etc., etc.) que me conmueven con sus historias. Lo principal es que unas y otros transiten a mi narrativa con soltura. Debo decir que sólo un 30 por ciento de las damas que aparecen en mi literatura han sido reales; sin embargo, ya instaladas en el proceso de creación cobran nueva vida, transformaciones necesarias y no pocas veces se distancian de sus originales. El otro 70 por ciento son por completo imaginarias. Debo decir que soy un observador minucioso de la vida cotidiana de mi entorno en cualquier parte del mundo donde me encuentre, esto me hace ir realizando una especie de “archivo” memorioso que, en el momento de escribir, va surgiendo hacia el texto. Hay que tomar en cuenta que mucho de lo que uno escribe es imaginario.



El rostro del mimo incendiario sonríe a los ojos indiferentes de los automóviles, vuelve la mirada hacia la menuda lluvia, abre una bocaza que desea comerse los cielos de Dios, levanta un brazo olímpico y se introduce una pelota de tenis encendida sujeta a un alargado fierro, el cual de inmediato sale de la garganta llevando en la punta una pelota de caucho humeante.




¿Dónde transcurren sus años de infancia?

En el norte de la Ciudad de México. Nací en el pueblo de San Álvaro, junto al de Tacuba. Junto a San Álvaro, en un gran terreno, se construyó la colonia Clavería donde, en la práctica, viví mi infancia y mi adolescencia entre familias clase media. Era el tiempo en que las colonias y fragmentos de las colonias eran en extremo territoriales para sus habitantes y resultaba difícil que muchachos o adultos ajenos al territorio pudieran hacer de las suyas en las otras divisiones, aunque llevaran buenas intenciones.
Recuerdo una anécdota: algunos de mis amigos niños fueron beneficiados con rifles de municiones, pero en mi caso, ante la ausencia de él, me hice de una resortera, volviéndome hábil cazador de aves, ardillas y otros animales pequeños… Sin embargo,  en una ocasión que entraba al patio de mi casa, escuché el gorgoreo de una cócona (ave pequeña y rechoncha) y vi que estaba como a dos metros. Saqué mi resortera de mi bolsillo trasero, tomé una piedra del delantero, preparé el disparo, estirando las ligas de la resortera a todo lo que daban y disparé… cuando escuché el golpe de la piedra en el cuerpo del ave fue para mí impresionante, pero lo fue más cuando la vi trastabillar y luego derrumbarse sobre un macetón que estaba frente a mí… La impresión potente que me golpeó fue en extremo poderosa y, sin pensarlo mucho, en ese instante dejé de cazar cualquier tipo de animal. Tal vez ese hecho infanto-juvenil generó a uno de los primeros ecologistas de México.
 

En la misma posición inclinada, las piernas abiertas, acróbata escultura callejera, sin cerrar la gran boca y viendo aún los dominios lluviosos de Dios, el hombre de rostro blanco y mejillas escarlata lanza una antorcha que asciende por el aire húmedo, gira en fogonazos de cerillo enorme, fugaz hélice amarilla, rehilete de flamas;


Afirma haber sabido desde siempre, que se dedicaría a ser un artista  por la cercanía que tuvo con el arte desde el ámbito familiar  ¿Cómo define su época de estudiante?

Cursé primaria (repitiendo el quinto año), luego hice la secundaria nocturna; lo nocturno tenía que ver con que la familia estaba escasa de fuentes económicas (éramos siete hermanos y yo el mayor); luego estudié una carrera brevísima de dibujo y diseño industrial. Esto me permitió incorporarme a laborar en el Instituto Mexicano del Petróleo (el que echaría a andar la mayoría de las refinerías que hoy operan); mi padre murió medio año después, cuando tenía yo 18 años y medio, haciéndome cargo de la familia con el apoyo del hermano menor de mi papá, Pablo, quien, desde ese momento, se convertiría en mi nuevo padre hasta hoy en día a mis 63 años. Luego me metí a estudiar vitrales, pero ya empezaba yo a escribir poemas y cuentos. Me incorporé a los talleres literarios coordinados por el maestro Juan José Arreola; allí escribí mi primer libro bajo la coordinación del escritor Andrés González Pagés  Cuando el tacto toma la palabra.  Fue editado por   el IPN  quien, se tardó más de tres años en publicarlo debido a grillas de un diputaducho en contra de la gente que trabajaba en torno del maestro Arreola.  El retraso de la publicación de tal libro me permitió presentar ese material (exigencias para elegir a los becarios de INBA-Fonapas, El Perro) y obtener la beca. No hay mal que por bien no venga.  En el año 1977 gané el Premio Casa de las Américas con el libro Miedo ambiente; esto me colocó entre escritores de la talla de Ibargüengoitia y sus pares, y fui llamado por la SEP para encargarme de la edición de varias colecciones de libros; tenía la experiencia para ello ya que había fundado, junto con un amigo, Ediciones El Tucán de Virginia (Virginia es un homenaje a la Woolf).

simula detenerse un instante pequeñísimo en la cresta del ocaso pero desciende en vueltas llameantes saltimbanqui anaranjado, rueda de triciclo abrasadora, y la antorcha se introduce exacta, justa, definitiva, mortal, en la boca de esa gabardina harapienta que se desploma, contrahecha, en la última actuación de hilarante trapo cósmico.


Ha mencionado que se sintió escritor después de la publicación de su tercer libro Miedo ambiente debido a una culpa que cargaba y que años después de terapia  psiquiátrica logró desentrañar. En México, se tiene reticencia hacia el uso de psicólogos o psiquiatras. Es un problema de incapacidad para creer en su utilidad. El filosofo e historiador francés Michel Foucault lo llamó poder–saber. La forma como se construye el discurso de validez de una supuesta enfermedad que, en palabras pobres, se convierte en un mecanismo de control con peligrosos alcances médicos, jurídicos y políticos. ¿Cree usted en la psiquiatría?”

Tal vez la frase de que me sentí escritor después de editado Miedo ambiente fue más un eufemismo que una verdad, ya que provengo de familia de artistas y me sabía uno de ellos, en este caso escritor, además de dibujante artístico… Por mi parte, Foucault puede decir lo que se le antoje, pero mi tratamiento psicoanalítico-psiquiátrico me ha hecho ser un escritor que tras de mí hay 40 obras por lo menos, experimento una vida equilibrada, no bebo alcohol ni consumo ninguna droga… si hay alguna droga que consumo con avidez se trata de la diversidad de las artes y de los ya muchos viajes que he hecho por el mundo. Por último, quiero suponer que autores como Foucault que, en rigor, se encuentran de manera lateral a las ciencias, y construyen sus discursos a través de su raciocinio y la construcción de sus propios conceptos suelen afirmar, en ocasiones (conste que no digo siempre) tonterías… y está hablando un paciente que lleva 32 años en tratamiento constante con una vida a plenitud equilibrada… Tal vez si no me hubiera sujetado a este largo tratamiento (que seguirá hasta mi muerte)… ya me hubiera suicidado y dado este último supuesto acontecimiento tendríamos que hacer responsable a Michel Foucault…

Mientras tanto, bajo la gorrita de un poste verdoso, una luz redonda pasa del rojo al verde; las hileras de los grandes armadillos de metal se ponen en marcha lanzando sus luces sobre las húmedas láminas del escenario.


Usted se prepara continuamente, escribe en su blog y cuenta de Facebook  y se mantiene a flote con sus talleres de creación. Trata de estar a la vanguardia en cuanto a mayores y novedosos recursos literarios. Lo mismo escribe novela, poesía, cuento, ensayo, biografía, reseñas musicales y cinematográficas. El pensamiento y opinión toman la palabra, sus recursos son numerosos. Hoy en día, se imparte en las universidades la asignatura de Teoría Literaria  y se nos impone definir ¿qué es literatura y para qué sirve? aseguro, es algo resuelto para usted.


Desde luego, es algo que tengo resuelto… La literatura es un relato de diversas dimensiones, que lleva la ficción a diversos niveles de la realidad, incluyendo lo imaginario y los sueños, que provoca placer, displacer, tal vez enseñanzas… un arte tan antiguo como la aparición del autonombrado homo sapiens.


“Toda muerte es lamentable, más si se trata de un escritor en su momento de mayor creatividad. La desaparición física de un autor también permite analizar su obra desde una perspectiva menos apasionada y más objetiva. A final de cuentas, son los libros que permanecerán y los que pervivirán o serán olvidados al paso de los años”. Así inicia su texto, publicado por la revista nexos 01/10/ 2003, refiriéndose al escritor de Los Detectives Salvajes, Roberto Bolaño. Lo conoció en su juventud, cuando Bolaño vivió en México durante la década de los sesenta. Usted discrepa sobre la opinión de que “Los detectives Salvajes dio un carpetazo histórico y genial a Rayuela de Cortázar” ¿Cuál es su opinión ahora, después de esa publicación con nueve años de distancia?


La misma. Y Rayuela sigue siendo una de las grandes novelas latinoamericanas al lado de más de una veintena entre las cuales se encontrará alguna mía. Lo tales detectives, a mediano plazo se convertirá en un texto sólo para jóvenes, como un divertimento, y no pasará de allí…

Al fondo de la ciudad cae lentamente un telón negro con enormes borlas rojizas que se introducen tras las siluetas de los edificios.Tragafuego, Guillermo Samperio,Cuando el tacto toma la palabra. Cuentos, 1974-1999


Usted vivió el apogeo de los movimientos sociales de la década de los sesenta. Si mis investigaciones no me engañan, sucumbió a ser parte activa de la política de izquierda en el país. En México ¿se puede hablar de la existencia de la izquierda? En el análisis político nacional se suele comparar a la izquierda mexicana con la izquierda de Brasil, por ejemplo. Y como suele suceder, los mexicanos “nunca damos el ancho”. ¿Qué opinión le merece la política actual en el país?

Yo confío en Marcos y sus vínculos con otras iniciativas semejantes”,  responde lacónico, su semblante delata su reacción incómoda sin disposición de ahondar en el tema. La encargada de llevar al escritor al hotel para recoger sus pertenencias  se coloca discreta cerca de la puerta, esperando el momento que daremos fin a la charla.

Maestro, ¿qué proyectos tiene en puerta?
Una novela que llevará el nombre de El viaje del no viaje; su ritmo y el fraseo narrativo de este texto se encuentra basado en las propuestas de la música minimalista como la del belga Win Mertens y combinando dos tipos de lenguas: el español antiguo y el moderno.
Respecto a nuevas publicaciones, el próximo año saldrán varios libros; uno en España,  titulado Maravillas malabares en Cátedra Ediciones (Madrid); Te acuerdas, Julia, Alfaguara; Historia de un vestido negro, Fondo de Cultura Económica; Al fondo se escucha el rumor del océano. Raymond Carver ad honore. Ediciones de Educación y Cultura (México).

La asistente se dirige hacia a nosotros y entrega al maestro un cigarrillo y una botella de agua mineral. Nos despedimos y le deseo  feliz regreso a la ciudad más grande  de la república,  donde ya son más de veinte millones y a la que ahora,  puedo decir,  tengo varias razones para visitar.


Foto, cortesía de Eugenio Abraham, Pretextos varios
Rescato esta entrevista que le realizara en el 2012, durante su visita y participación en el Segundo Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez. Lo recuerdo amable, coqueto (le encantaba la compañía femenina) y de un intelecto y genialidad exquisitos. Adiós, Maestro. Algún día volveremos a vernos. Descanse en paz.

La libreta de Irma, periodismo cultural y literario.

Entradas más populares de este blog

"Te ato, para que no hagas daño: daño a los demás ni daño a ti misma"

Seis poemas inéditos de Elena Garro (12/09/16)

Ideología de género, ¿estamos preparados?