Lo que no aprendimos las mujeres a callar de las otras

El controversial cintillo 
"Mujer de Octavio Paz, amante de Bioy Casares, inspiradora de García Márquez y admirada por Borges" reza el cintillo o faja que promueve el libro Reencuentro de personajes de Elena Garro (Editorial Drácena, 2016). La editorial española tuvo la intención de unirse a la celebración del Centenario de Elena Garro el próximo 11 de diciembre. Indignante que se anteponga el desprestigio a su obra y legado con ese tipo de discursos difamatorios y por demás ignorantes. El epílogo corrió a cargo de una desconocida escritora, Marta Sanz, de su cabeza salieron una chulada de referencias misóginas, machistas y sexistas que, terminan por demeritar la obra en cuestión. Tremenda cagada a pleno siglo XXI y escrita, además, por una mujer hacia otra. Por más que nos manifestemos en contra de las violencias machistas, en contra de los feminicidios, en contra del sexismo, en contra de todo aquello que no dignifica a la mujer, seguimos encontrando ese tipo de divulgación "cultural". Insólito. 


Cómo olvidar el prólogo escrito por Poniatowska para el libro El asesinato de Elena Garro (Editorial Porrúa, UAM, 1ra edición, 2005). Más que prólogo resultó un texto más con las mismas ofensas y el mismo desprestigio: "[...] Sin embargo, con su muerte, no ha crecido su leyenda. Quien la sostiene con lealtad admirable es Patricia Rosas Lopátegui, que la envuelve en libros como caricias e insiste en que la recordemos y le rindamos tributo. [...] Como Patricia no vivió los acontecimientos, sólo puede verlos a través de Elena. La información que Elena le da es un amasijo de contradicciones, cuando no de falsedades, lo cual hace que su trabajo sea sesgado y tendencioso porque las inexactitudes se vuelven imposturas." ¡Hurra, Elenita sacó las uñas! ella tan tierna y amorosa. Las lenguas suspicaces dejan entrever un cierto amor platónico que la Poniatowska profesaba entre las sombras por Octavio Paz. De ahí el encono suscitado por Garro que hacía blanco en las opiniones de la Poni. ¿Lo ven? rumores, siempre rumores. Como si no fuera suficiente lidiar con toda la estructura patriarcal. 


Existen un montón de cosas que las mujeres no hemos aprendido a callar de las otras, cuando el fuego se sube a la cabeza. Podría -creo que todas- hacer un listado de las ofensas que entre mujeres nos duele decirnos, y pese a todo, somos capaces de machacar en la llaga cuando nos sentimos ofendidas. Alivio de cachorras lamiéndonos las heridas. La indignación no conoce edad. En una ocasión, una amiga tuvo el desatino de decirme que debería aprender de mi marido: él se deja conocer por su trabajo. No hace publicaciones con tintes personales, no habla de sus sentimientos a los cuatro vientos. No es un libro abierto. Aprende a ser como él. No daba crédito a lo que escuchaba. Pensé en la familia de mi madre, los Domínguez Sáenz, que se caracterizaron por su coherencia, don de gentes, sensatez y silencios. Pensé: A algunos difuntos familiares la vida los devuelve en forma de amigos: bajo el mismo discurso castrante. Basta decir que terminé con esa amistad, porque las comparaciones mujer-hombre marido-esposa novio-novia no son inteligentes. 


A Elena Garro se le acusó de "lengua suelta", de mentirosa, de inestable, de haber provocado los lamentables hechos de Tlateloco, de ser espía, mala madre, mala esposa, adúltera. No se le perdona todavía haber llamado a los políticos y gobernantes ladrones, de haber llamado a los intelectuales hipócritas. 


La Editorial Drácena tomó la decisión de retirar la faja que acompañaría el libro. No es suficiente, ¿qué harán respecto al ofensivo epílogo? El centenario de Elena Garro no merece verse empañado por una publicación así. Por más que nos manifestemos en contra de las violencias machistas, en contra de los feminicidios, en contra del sexismo, en contra de todo aquello que no nos dignifica como mujeres. Escribir mal de otra mujer sin tomar en cuenta sus claroscuros, es información parcial, es anticuado a nuestros días. Reproduce el discurso asfixiante del patriarcado. La batalla es silenciosa. Nuestra mayor conquista es con nosotras mismas. 

Columna de opinión para JuárezDialoga 

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